Entrevista a Margarita Salas

Por Paula Amaro y Lucía Gelado. 1º Bachillerato. IES Alto Guadiato. Peñarroya-Pueblonuevo. Curso 2019-2020


Buenos días a todos y a todas, nos encontramos en el Centro de Biología Molecular “Severo Ochoa” para entrevistar a Margarita Salas, la directora del Instituto de Biología Molecular de CSIC y una de las mujeres que mayor repercusión ha tenido en el avance científico en nuestro país.

 

E: Buenos días Margarita, es un placer poder hablar con usted.

M: Buenos días a todos y a todas.

 

E: Es usted mundialmente conocida por sus avances en el campo de la bioquímica, pero nos gustaría saber como descubrió que esta era su vocación

M: A la hora de escoger carrera no acababa de decidirme entre las Ciencias Químicas y la Medicina. Abierta la posibilidad de cursar ambos estudios, finalmente me decidí por la Química, lo que fue una buena elección puesto que muy pronto me di cuenta del entusiasmo que me generaba pasar horas en el laboratorio de Química Orgánica. Tanto es así, que al terminar el tercer curso pensé que mi futuro podría ser la investigación en esta materia. Como he dicho en numerosas ocasiones «la vocación científica no nace, se hace».

 

E: Y sus primeros pasos en el mundo de la química…

M: Todo comenzó cuando conocí a Severo Ochoa, que era un buen amigo de mi padre. Él me recomendó que cuando acabase la carrera de Química, hiciese mi tesis doctoral bajo la dirección de Alberto Sols, excelente bioquímico, para después hacer una estancia postdoctoral con él en el departamento de bioquímica de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York. Después de tres años en el laboratorio de Ochoa, decidí volver a España para desarrollar la biología molecular. Elegí el estudio del fago Phi29, pequeño virus, pero morfológicamente complejo. Ya había hecho un curso sobre fagos, virus que infectan bacterias, en EE. UU. y me parecían muy interesantes puesto que este tipo de virus había dado lugar a las primeras aportaciones a la genética molecular en la década de los cincuenta.

 

E: Pero todo esto no lo hiciste sola ¿verdad?

M: No, en el cuarto curso de carrera conocí a Eladio Viñuela, el que sería mi futuro marido y compañero de viaje a lo largo de mi tesis doctoral, mis estudios en Nueva York y mis estudios sobre el fago Phi29, puesto que él era bioquímico como yo.

 

E: ¿Se le dieron alguna vez más privilegios a Eladio por el hecho de ser hombre que a ti por ser mujer, y ser los dos científicos?

M: Sí, muchas veces me he sentido discriminada por el simple hecho de ser mujer, como por ejemplo al realizar mi tesis doctoral. Alberto Sols me encargó a mí tareas sencillas que no requerían de mucha capacidad porque pensaba que por ser una mujer no podría desempeñar tareas más difíciles, y en cambio, a Eladio cuando le pidió colaborar junto a él en su laboriosa investigación, Alberto aceptó sin ningún inconveniente. También, al volver de Nueva York, en mi grupo de investigación si tenía mi reconocimiento, pero para la gente de fuera era simplemente conocida como la mujer de Eladio Viñuela, por ello, mi marido abandonó nuestra investigación sobre el fago Phi29 para dedicarse a otra y dejarme a mi la dirección y el reconocimiento de esta investigación.

 

E: Y ¿cuáles fueron tus descubrimientos sobre el fago Phi29?

M: Uno de los hallazgos, el más relevante, fue descubrir el mecanismo mediante el cual un fago infecta a una bacteria y se reproduce en su interior. El Phi29, al infectar el Bacillus subtilis, introduce su ADN dentro de la bacteria y produce una serie de proteínas, entre las cuales se encuentra la ADN polimerasa, que es la responsable de la replicación del ADN viral y cuenta con propiedades que la hacen única para la amplificación del ADN. Partiendo de cantidades muy pequeñas de ADN puede producir miles o hasta millones de copias del mismo.

 

E: ¿Qué supuso todo este descubrimiento para ti y tu equipo?

M: Patentamos la ADN polimerasa y concedimos la licencia de explotación a una empresa americana que comercializó una serie de kits con gran éxito. La aplicación práctica del Phi29 junto a su importante repercusión económica fueron muy importantes. Soy una firme defensora de la investigación básica, a la que considera el motor de la investigación aplicada y la tecnología.

 

E: Además de dedicarte a la investigación, también de dedicaste a la docencia.

M: Durante 23 años fui profesora de Genética Molecular en la facultad de Químicas de la Universidad Complutense de Madrid, por lo que pude seleccionar a excelentes estudiantes de doctorado que hicieron su tesis en el laboratorio. He formado a más de cincuenta doctorados que considero como mi “familia científica” porque para mí, es una enorme satisfacción formar a futuros científicos, dirigirlos y alentarlos a lo largo de la tesis doctoral y, sobre todo, ser testigo de sus logros.

 

E: Nunca te ha gustado ocupar cargos directivos de importancia porque decías que te quitaban tiempo de tus investigaciones, pero llegado un momento tuviste que aceptar algunos

M: Sí si que tuve que aceptar alguno, demasiados para mi gusto… Por un lado la presidencia de la Sociedad Española de Bioquímica y, por el otro, la dirección del Instituto de Biología Molecular del CSIC en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. En 2007 me convertí en la primera mujer española en ingresar en la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos y pertenecí, también, a la European Molecular Biology Organization. El 18 de julio de 2016 inauguré la XVII Escuela de Biología Molecular “Eladio Viñuela”, que yo misma dirigía en los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Además de todos estos reconocimientos y alguno más que no he mencionado, fui académica de la RAE.

 

E: Ya nos has comentado algunos casos en los que te sentiste apartada por ser mujer, ¿Llegó a cambiar esto en algún momento de tu vida?

M: Llegó un momento en el que todo esto se había convertido en positivo. Todos mis premios tenían mayor repercusión mediática que los de mis compañeros por ser la primera vez que habían sido concedidos a una mujer. Eso no quita que también crea firmemente que nunca me han dado un premio por el mero hecho de ser mujer. Me he ganado mi puesto en la sociedad con esfuerzo y trabajo.

 

E: Pero, ¿no te sientes cansada ya de tanto investigar?

M: De investigar nunca me cansaré. A pesar de estar ya jubilada he seguido investigando porque me gustaría ser como Rita Levi-Montalcini, quien fue todos los días al laboratorio hasta los cien años.

 

E: Todo este esfuerzo que has dedicado se ha visto recompensado con numerosos premios, ¿puedes decirnos alguno de ellos?

M: Algunos han sido el Premio Rey Jaime I de Investigación, el Premio de Investigación e Innovación Tecnológica de la Comunidad de Madrid y el Premio Nacional de Investigación Santiago Ramón y Cajal (1999). Además de la Medalla de Honor de la Universidad Complutense y la Medalla de Oro del Mérito al Trabajo.

 

E: Sin duda alguna tu carrera ha estado llena de esfuerzo y de recompensas y reconocimientos que mereces enormemente.

M: Simplemente he tenido la suerte de poder dedicarme a lo que me apasiona y a partir de ahí y de poner todo mi empeño y esfuerzo y con la ayuda de mis compañeros y familia, he podido lograr todos mis objetivos que son ayudar sobre todo a la investigación científica. Los premios y cargos directivos son solo el reconocimiento que se ve detrás de todo el esfuerzo dentro del laboratorio.

 

E: Y por último ¿Alguna frase o algún consejo para apoyar a los numerosos estudiantes e investigadores actuales de nuestro país? M: Que sigan estudiando e investigando, que algún día sus esfuerzos serán recompensados en forma de una gran gratitud por haber podido aportar su granito de arena al desarrollo de este país porque “Un país sin investigación es un país sin desarrollo.”

 

E: Muchísimas gracias Margarita, nos ha encantado poder entrevistarla y conocer más sobre usted y su maravillosa carrera.

M: Muchas gracias a vosotros. Y aquí nos despedimos de Margarita una referente de la investigación en España que superó todos los obstáculos que le pusieron y demostró que las mujeres podemos formar parte de esta comunidad científica y llegar tan alto como los demás.


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